martes, 9 de febrero de 2010

Repostería de usar y tirar.

Físicamente: nada del otro mundo.
Inteligencia: mundana
Sentimentalmente: demasiado de-otro-mundo.


Así visto, todo tiene su lógica. En mis ecuaciones mentales nunca debería de entrar el factor esperanza. Lástima que mi naturaleza no sea pragmática.

Patetismo humano. Quiero odiar pero sólo siento lástima.
La sangre de mis venas se congela progresivamente, procesión funeraria acompañando al cadáver de una ilusión marchita.

¡Nena, tienes que espabilar! - le espetó su cuarentona, gorda y ajada hada madrina escupiéndole el humo de su cigarrilo a la cara.

No hay mensajes ocultos para tí en las nubes - se dijo en un suspiro.

Voy a contarte un secreto: es una muñeca sucia de usar y tirar. Empaquetada en plástico y cartón. Rompes el envoltorio y la utilizas a tu antojo. Finalmente, te deshaces de ella sin ningún cargo de conciencia.
No puede hablar, ¿quién puede querer una muñeca hinchable que divague? La respuesta es sencilla: nadie.
A veces no está tan mal decirse adios- para- siempre antes de que salga el Sol. Un amanecer sería glorioso a su lado.
Unos beben, otros se drogan, algunos se aferran al sexo... y luego está quién lo hace todo.


Terminado el festín, queda sobre la mesa un mordisqueado trozo de pastel. Nadie parece haberlo pedido, fruto de un error de algún camarero poco atento. Algunos han probado con sus cucharas el trozo de tarta, gratuito y sin dueño. Nadie le ha dado más de un par de mordiscos. Sólo queda ya la última porción. Todos han terminado de comer pero tú aún tienes hambre. El pedazo es pequeño, suficiente para aliviar el agujero de tu estómago. No resulta demasiado apetecible, ni siquiera tiene buena pinta. Pero está ahí y nadie va a comérsela. Si tú no lo haces terminará en la basura. Una especie de favor, la engulles sin ganas, la tarta ha desaparecido y la gula también. Nadie quiere tomar otra porción, nadie lo hubiese elegido, sencillamente sobrada y estuvo ahí cuando la glotonería te asaltó. Al día siguiente volverás a tu comanda habitual. Elaborados y deliciosos postres que sobrecojen ante su mera visión. No hay razón alguna para renunciar a tu apetitosa rutina y hacerte asiduo de ese vulgar dulce un tanto amargo. Eso es ella, el abandonado y mordisqueado postre que queda después del banquete. Quizás alguien le haga un favor y se la coma, satisfaciendo una mezcla de lástima y curiosidad, o quizás termine pudriéndose con el resto de residuos. Siempre igual.


Sumergirse cada fin de semana en unos labios distintos tiene sentido mientras buscas "el beso", cuando ya lo has encontrado es tan solo una divertida pérdida de tiempo.


El amor efímero es un deporte de riesgo, utilice la armadura adecuada.




Female

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