sábado, 27 de febrero de 2010

Circunloquio de habla no inglesa.

Recaer... insultante y exultante exhibición de mi ineludible rebeldía ante todas las prohibiciones autoinflingidas, fragmentado en dos vocablos aparentemente inexistentes. Dolorosamente en el silencio de una sala oscura dónde las sonrisas están vetadas, mi ego disminuye inversamente proporcional a mi vulnerabilidad. Casi tres horas en blanco y negro mientras mi ser yerto ve pasivamente crecer las enredaderas a su alrededor. La quietud de la sala desprecia la magnificencia de mi calamidad inquisidora. Enunciados que se elevan durante segundos como zeppelines deseosos de inicar la hecatombe de Hindenburg, teinta y cinco minutos y treinta y cinco muertos me separan de la Omega de la indolencia. Estimaciones aproximadas de conclusiones de un análisis Freudiano recorren mi sobreestimulado sistema parasimpatico haciendo y deshaciendo a su antojo la sinapsis neuronal. La efigie de la melancolía de mi percepción exibida en mi boca. Deshinibidas confesiones impronunciables de místicas alegorías adoptan el perfume de las mimosas de medianoche. Pérmiteme levantarme sobre mis despellejadas extremidades hacia la solución final. Mis rodillas sucias de desiertos cabalgados por los cuatro jinetes del Apocalipsis dejan sendos rastros de sangre fría durante los rutinarios rezos al ídolo muerto. Átame las muñecas con hilo conductor de cobre sin toma de tierra y penderé durante siglos sobre el barranco de la recámara. Arrástrame sobre la línea de la utopía trangresora de la gente cobarde hacia el brillo metálico de un sueño cuya fuerza peremne no entiende de eternidad. Promesas y fraudes psicosomáticos enferman la materia de mi existencia. El vino empapa de aguarrás mi paladar. Incomprensible quiebramentes cuidadosamente emboscado de trabalenguas, primo hermano de bohemios instantes malditos, se vaticina como único y exclusivo bálsamo redentor e inalcanzable. Siento sentir que deseo sentimientos ajenos. Ayúdame a olvidar la vacuidad de la usanza con un beso de fusión fría que embadurne de helio mi traje deuterificado. Herrar y nadar en abrazos mediterráneos de los mares del Norte mientras tomamos té a la luz de las luciérnagas y encubrimos nuestra sustantividad con poses aristocráticas. Un suspiro aletargado aterriza liviano en la cúspide de la pared sobre la que yace la pantera. Sin hacer ruido, lentamente, de forma cuasi inadvertida el muro se reduce a escombros. El mayestático porte del animal cae al vacio heliocoidal de la apatía húmeda. Los labios presionados sobre la límpida frente, sin respuesta. El veredicto de su señoría es inapelable: desertora y culpable. Huiré en pos de la Eleuteria, edificaré una jaula de plástico para todos los entes de juicio prejuicioso que amen el genio de la multitud y raptaré al viento. Carezco del hemisferio derecho, mi sistema límbico vive dentro de un huracán y alguien debe anestesiar mi hipocampo, aniquilarlo. No es solo eso, ineducación e inadaptación inadecuadas. Ponme una cinta blanca, roja, negra y gris, recordaré lo indispensable cuando despierte de mi virginidad.


Sé odiar pero en este infinito sólo hay una persona merecedora de mi odio.



Female.

1 comentario:

  1. Ignacio.
    Me gustaría ser merecedor de tu odio. Al fin y al cabo es lo que estoy buscando. Ódiame.
    En cuanto a lo demás, fascinante.
    Herrar y nadar en abrazos mediterráneos de los mares del Norte mientras tomamos té a la luz de las luciérnagas y encubrimos nuestra sustantividad con poses ARISTOCRÁTICAS.
    What else?

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