lunes, 15 de febrero de 2010

Drogadme.

¿Quién eres? ¿Te sientes bien? ¿Qué pretendes?

En la nada no hay nada, pero hay mucho espacio dónde buscar.

Dramatismo intravenoso.

La niña que perdió la inocencia en un vaso de alcohol. Excitación. Salió de la seguridad de su hogar envuelta en un halo de candor impuber. A lo largo de la noche perdió un alto porcentaje de todas las cosas que llevaba encima al partir, perdió hasta la sonrisa. La esperanza le pesaba demasiado, la arrojó al barro agujereado por sus zapatos de tacón. Quería divertirse, jugar, pasárselo bien... otro sabado inconexo el domingo por la mañana; otra historia más que apuntar en su historial con tinta roja. Algo falló, invirtió el tiempo. Se sorprendió a si misma en silencio, parada en medio de una multitud de conocidos a los que no conocía. Tenía la mirada vacía y su boca sabía a decepción y dudas. Quería volver a probar su carmín y maquillarse el rostro lleno de cortes con un par de labios de fuego. Ella lo sabía, ambas lo sabían, nadie más. Las dos niñas eran muñecas de trapo desmembradas y llenas de remiendos y eso la volvía loca. Humanas e imperfectas, débiles, carnes pálidas y desgarradas por demasiados fines de semana, demasiado jóvenes para parecer tan mayores. Le gustaba el juego sin reglas. Devorarse la una a la otra en una espiral de pecados y prohibiciones. Placer y calor de dos cuerpos fríos. Separarse abrasadas, magulladas y doloridas, con la piel llena de cortes supurantes y el maquillaje corrido. Luego mirarse lentamente y turbarse con la poca ingenuidad que aún les quedaba. Gasa, medias, tela... perfume de mujer y al día siguiente seguir escribiendo por el amor de un hombre del que desconoce el nombre. Cruces de miradas y sólo dos palabras.

Un sábado a vista de pájaro. Decadencia, fango, pestilencia, basura, mentiras, sexo, juventud...
¿A dónde hemos ido a parar? Somos absurdos microbios parásitos que se aprovechan de las circunstancias. Asesinas. No mato por puro placer, lo hago para buscar un corazón que palpite. Hazme sentir y dejaré que me violes. Quemarlo, acercarlo a mis labios y dejar que su cálido y etereo abrazo me nuble los pulmones (confortablemente insensible) ¿Crisis de personalidad? Miento. Sé quién soy y sé lo que necesito. No voy a huir, el miedo me paraliza. Sólo son castillos en el aire, sueños que no hieren hasta que alguien nos grita al oído. Necesito dormir.


Descubrir al día siguiente con las mejillas enrojecidas por lágrimas de ácido que eres uno de ellos (y volverás a serlo esta noche)
Todo esto pintaba mejor cuando temíamos a los zombies, al menos eso denotaba que íbamos a echar en falta nuestros cerebros.


Lobotomízame y te daré un beso.



Female

1 comentario:

  1. Es la vida que odiamos y en la que estamos metidos a voluntad propia.
    Something strange.

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