domingo, 3 de enero de 2010

Vapor de agua


Frío, frío y más frío. La eterna reina sin reino encerrada y olvidada en la soledad de su congelado palacio de cristalinos copos de nieve.


Bajo mi piel una fina y delicada capa de dura y gélida escarcha deseando fundirse en un mar de cálidos vapores, deseando entrar en contacto con una fuente incandescente que me calcine y me haga derritirme en un torrente de tibios gemidos.


Dicen que si tienes las manos frías es porque tu corazón es cálido, ¿pero tu corazón es cálido porque tienes las manos frías o a pesar de tenerlas frías? Quizás mi corazón arda con tanta fuerza que ni siquiera el hielo que domina mi cuerpo haya sido capaz de congelarlo. O quizás ese hielo aún está avanzando a través de mí para conquistar tarde o temprano mi ardiente corazón.


Entonces me pregunto ¿manos calientes, corazón frío? Aún no he sido capaz de encontrar una respuesta lo suficientemente satisfactoria como para que merezca ver la luz.


Las mujeres con las manos frías necesitan de hombres con las manos calientes para que sus corazones no lleguen nunca a congelarse. Los hombres con las manos calientes necesitan de las mujeres con las manos frías para no consumirse en sus abrasadoras llamas.


Dos entes irremediablemente destinados a entrar en contacto y desaparecer convertidos en una única nube de denso vaho. ¿Supervivencia o mutua autodestrucción?


Realmente no importa, es placentero. A las mujeres con las manos frías les gusta jugar con fuego.
Female

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