martes, 12 de enero de 2010

Armisticio.




Hízose el silencio,
dejó la sangre de manar,
callaron los fusiles,
los mudos volvieron a hablar.

El polvo cubrió las bombas,
la ceniza del cielo desapareció,
brillaron refulgentes las ruinas,
un nuevo día emerge de la destrucción.

Telarañas en los gatillos,
el chirrido de granadas se apagó,
llenáronse las calles de pilluelos,
de esperanza llenóse el corazón.

Los soldados dejan de ser máquinas
toman sus manos en rebelión,
aún de cadáveres pobladas las calles
negra alfombra de miseria, muerte y desolación.

Las armas evaporáronse,
llenáronse los campos de flor,
la guerra ya no tiene sentido
ni para el tullido, ni para el señor.

Grita una mujer, con queda desesperación:
"La guerra no da más que perdedores,
un nuevo mundo traerá la redención"
Quédamente se la llevan los gendarmes
ha muerto el caos, falleció la destrucción.

Sólo matan ahora las palabras,
el hambre, frío y suciedad,
asesinas injusticias
recorren aún la ciudad.

Muerte rápida de balas,
por tortura lenta de crueldad,
si ya no quedan personas
acabóse la desigualdad.

Llegó el fin del bélico estallido,
la conciencia y el suelo se han de limpiar,
caven tumbas para los muertos
y para los obligados a disparar.

Entierren el pasado,
en la hoguera del ayer
dónde arderán nuestros cuerpos
desterrados para no volver.

Trompetas de apocalípsis

en un infierno terrenal
Se acabó la guerra,
se acabó la paz.



Raídas banderas blancas all allong the wachtower.



Female

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