lunes, 25 de enero de 2010

La sonrisa del Joker.

Allí estaban ellos, la corte de supremas deidades en cuyas manos reposaba toda verdad.
Permanecían sentados en sus arrogantes tronos de oro y marfil, bebiendo, teorizando sobre sentimientos ajenos y riendo de las torpezas de los mortales, tan débiles, fútiles y quejicas, criaturas manipulables y deshechables.
Su olimpo particular, un antro dónde corre el alcohol y la música estridente. Allí las tardes transcurren vacias y ellos las llenan con sus humillaciones, inteligentes conversaciones y su particular habilidad para enredar moscas en las telarañas. Depredadores de inocencia, macabros directores de la orquesta de la humanidad que desprecian porque han perdido.
¿Quién vendrá esta noche a la cena de los idiotas? ¿Quién será el ganador?
Hace siglos que olvidaron lo que significa ser un mortal. Desde su superioridad castigan con sus duras palabras todos aquellos comportamientos y debilidades que tan atrás en el tiempo, cuando aún no habían alcanzado el orden divino, ellos mismos padecieron.

Ahora se han cansado de filosofar sobre la vida en el fondo de sus copas, ya no encuentran divertidas las calamidades de su tropa de clónicas ovejas, ¡oh, al morir hacen tanto ruido! El murmullo de sus patéticas voces, el crujido de sus huesos al partirse bajo el martillo de Thor, les levanta un molesto dolor de cabeza, les irrita.

¡Callad! Nuestros amos y señores quieren que soportemos la tortura sonriendo, no osemos contradecirles. Ya no entienden la ilusión, la esperanza ha sido olvidada. Cuando ellos apuestan lo hacen asumiendo su derrota, nunca emprenden nada si no han asegurado todos sus pasos. Si no hay riesgo, no hay caída. Si hay caída ha sido tan anunciada , tan mentalizada y asumida que ni siquiera les duele.

Nosotros, en nuestra hilarante ignoracia creemos aún en el ser humano, nuestra confianza nos ciega y ponemos tanta pasión en nuestros empeños que siempre esperamos que esta vez todo sea diferente. Sin ilusión no hay dolor, pero ¿qué sentido tiene comenzar algo en lo que no crees?
Amén, no oses cuestionarles.

Sacrificios, vírgenes frente a sus altares, adoración sumisa. A pesar de todo siguen deslumbrándonos.

Pero, queridos míos, mis señores, ha llegado la REVOLUCIÓN.

Seré la próxima víctima. Desnúdame, no me resistiré. Toma mi cuerpo entre tus manos, escúpeme, humíllame, átame de pies y manos y clávame a una estaca. Arranca jirón a jirón mi piel, fustígame, aráñame, tortúrame, golpéame con manos y pies... de mis labios no oirás el más mínimo quejido, no habrá súplicas ni llantos. Aceptaré todas y cada una de las crueles maniobras que quieres practicarme.
Llena mi piel de cortes, hazme dormir sobre clavos ardiendo, desángrame, ahógame, quiebra bajo tus dedos cada uno de mis huesos, desgarra mis músculos con tus dientes feroces... no habrá lágrimas rodando por mis mejillas. Sonreiré.

Por último, pon mis restos bajo el foco de luz, que comience el espectáculo. Mi cuerpo arderá para tí en la hoguera, calcinando hasta las cenizas cada una de mis células. La única respuesta que recibirás: una mirada desafiante que te excitará hasta la perdición.

Y entonces tendrás lo que creías querer, una muñeca de porcelana de mirada vacia y negra, espejos de obsidiana que devuelven tu propio eco interior. No habla, no miente, no llora, no se lamenta, no se queja, no confía en nada ni nadie, no siente, no ama. La sentarás junto a tí en el trono como el diminuto espectro que acabas de matar. Siempre en silencio, mirándote con la macabra sonrisa del Joker en los labios.

Nadie sobrevivió a la criba, ni siquiera tú. Tienes lo que quieres, ¿es eso lo que deseas?

Los dioses siguen gobernando, ya no tienen cabezas de turco sobre las que descargar su odio, ahora disfrutan representando eternos juegos de marionetas y anhelando aquellos tiempos dónde los muñecos cobraban vida en la oscuridad.

Fue un levantamiento pacífico, no victorioso. La humanidad ha muerto y ahora ellos tendrán toda la eternidad para lamentarse, eso sí, que corra la cerveza y alguién ponga Stairway to Heaven, sus errores son mucho más importantes y las quejas bien rimadas siempre son más respetables.



No, nadie conseguirá hacerme callar, ni siquiera tú.

Se te olvida una cosa terriblemente importante, el hielo congela, preserva y QUE-MA.


Why so serious?
¿De veras no tienes nada qué decir?

Female

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