jueves, 14 de enero de 2010

Cuentos a la hora de dormir.

Nadie parece entender nada, salvo ella.
¡Oh! Cuán hermoso puede ser el mundo
a través de los ojos de una pálida doncella.

Calla siempre las palabras exactas.
¡Juega a adivinar lo que piensa!
¡Únete! ¡Ríndete! Ella siempre gana.

Carreras de miradas oscuras
a lo largo de la espina dorsal del lobo.
¿Alguien quiere té?
Nunca hay contestación para sus banalidades,
allí dónde todos son hermosos y solitarios.

Tiembla la luna secándose al Sol
pero ella no llora hoy entre sus bazos.
Algunos dicen que no la quiere,
otros, que la ama demasiado.

Charcos en la recta de la infinita carretera,
una persecución de conejos blancos,
recogiendo flores y setas.
¿Dónde está Alicia?
¿Se habrá fugado con ella?

Viento gélido, canción antigua,
medias desgarradas,
misterio en la mirada,
fraglidad complicada,
se para el reloj.

A lo lejos el eco de unas pisadas:
¿Es ella que vuelve?
¿Es él que va a buscarla?
Alguien susurra una consonante,
gota a gota.

El fuego devora las últimas páginas.
Sus labios nunca llegan a cerrarse.
No, nunca.
¿Está viva o ha muerto?

La echo de menos,
la echas de menos.
Él no la encuentra.
¿Y Alicia?

El ocaso, la puesta de Sol,
una negra habanera,
un vendaval,
el mago de Oz.

-¿Qué quieres tú?
- A ella
- El hombre de hojalata quería un corazón.
Ella también:
El tuyo.





Se oía en la campiña el sonido de tambores ... ¿Dónde?

Las niñas se agolpaban en pos de la mecedora, la hora del cuento.

Female.


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