lunes, 19 de diciembre de 2011

Yo también te quiero.

- Sí, quiero casarme contigo (...)

(Te detesto. Es una verdad simple y directa: no me gustas. Tu presencia me perturba, tu existencia me agota. El sonido de tu voz es un chirriante graznido que me revuelve el intestino y me provoca naúseas. Sentirte cerca me hace imaginar millones de muertes lentas y dolorosas para escapar de ti. No te odio porque no te tengo en tan alta estima. Eres grotesca y repugnante. Me molestan hasta la saciedad las aletas de tu nariz, hinchándose desmesuradas cuando respiras. El bamboleo incesante de tus brazos huesudos, color azufre, retuerce mi hígado y me hace querer ahogarme en mi propia bilis. Apestas. No me gustaría que te murieras para no observar como hay quien llora tu muerte. Te desprecio hasta tal punto que me asfixiaría para no compartir tu aire. El vello espeso de tus piernas como pequeñas hebras de alambre de espino hace que mis corneas se desprendan. Tus palabras encienden mi combustión espontánea.Si sintiese el más mínimo aprecio algún día por ti me arrancaría el cerebro a mordiscos. Das asco y pena, a partes iguales)


- Claro, cariño, ponme dos terrones de azúcar.


Female.

No hay comentarios:

Publicar un comentario