martes, 9 de marzo de 2010

La paciente de la celda 3.

Día: Pastillas roja, azul y blanca ovalada. Visita a la sala verde al fondo del pasillo (dos veces) Creo que es Martes.

Hora: Gracias a los rayos de luz que se cuelan entre las rendijas y se reflejan en las paredes blancas de mi celda acolchada calculo que el día acaba de despuntar.

Aquí dentro el tiempo cobra una dimensión diferente, lo único que me marca una leve pauta de horarios son las comidas y los tratamientos. No recuerdo mi nombre, no sé cuánto tiempo llevo aquí, ni los años que tengo, los médicos aseguran que son efectos secundarios del tratamiento y que no tengo nada por lo que preocuparme (supongo que se equivocan o no estaría aquí)
A veces, tarde en la noche, recuerdo cosas de mi pasado, imágenes que desfilan ante mí más deprisa de lo que mi subconsciente es capaz de asimilar. Cuando me duermo sueño con ellas: unos ojos negros y profundos que se ciernen sobre mí, un lobo aullando en mitad de la noche, una muchacha con un vestido rojo, un reloj... Nunca consigo reconstruirlas en mi mente y estructurarlas de modo que adquieran algún sentido para mí, me siento una intrusa en los recuerdos de un ente completamente ajeno. De todos modos, cuando aún estoy desprendiéndome del sueño y despertando en mi realidad, ellos me llevan a la sala roja y cuándo estoy de nuevo en mi cuarto ya no consigo recordar nada. El médico dice que debo olvidar, esos recuerdos son la causa de mi enfermedad y es necesario que los hagan desaparecer de mi cabeza, sea como sea. Francamente no lo entiendo,no comprendo cual es ese horrendo transtorno del que hablan, yo nunca causo problemas. Los paranoicos se encierran en sus jaulas, escribiendo cosas extrañas en las paredes y renegando de cualquiera que trate de acercarse a ellos; la psicosis de la mujer de la habitación de la derecha la hace gritar, herirse y atacar a todos los que tratan de entrar en su cuarto; el chico de la habitación de arriba tiene que estar encadenado por los fuertes impulsos pirómanos y sádicos que padece... Y yo, yo sin embargo me limito a llorar algunas noches y escribir en una libreta de papel. Sin embargo, los médicos dicen que soy la más peligrosa, que es probable que jamás recupere la cordura y vuelva a ver la luz más allá de estos muros. ¿Qué terrible experiencia me ha sumido en el estadío de la locura? ¿Por qué diablos estoy aquí? ¿Quién eras tú? Ojalá pudiese recordarlo. Esta mañana les oí hablar, ellos creen que no escucho, pero lo hago. Hablaron del chico de la celda de la izquierda, la celda 2. Él es como yo, dicen que nuestros transtornos son complementarios. Por alguna extraña razón, que escapa a mi comprensión, temen que estemos tan cerca. Discutieron y les oí gritar, unos dicen que debemos vernos y otros consideran que deberíamos estar recluidos en centros a kilómetros de distancia. Pronunciaron su nombre, aunque lo he intentado no lo recuerdo, está tapiado bajo una densa cortina que no consigo descorrer. Me gustaría conocerle. Jamás dejarán que nadie entre en mi cuarto. Recuerdo un día en que la enfermera bonita de los ojos azules (la de las pastillas cuadradas y verdes) se sentó a hablar conmigo, me encontró tranquila y mejorada (o eso dijo), yo le pregunté la razón de mi obligada cuarentena y ella me respondió dulcemente que si me permitían que alguién se quedara conmigo en el cuarto me abalanzaría sobre él buscando "sus labios" (no puedo entender a quién se refería) y al no encontrarlos devolviendo mi beso, corría el peligro de estallar de agonía y desesperación y tardar semanas (y largas sesiones de terapia cerebral) en recuperarme. ¿Qué labios son esos? ¿A quién quiero besar? Empieza a dolerme la cabeza, quizás debería descansar un rato. En seguida vendrán a buscarme, tengo miedo, hoy me espera la sala blanca. La enfermera pelirroja y rechoncha no tardará en entrar, me dirá algo dulce, me atará a la camilla y recorreremos el pasillo hablando del bien que me hará la lobotomía, mientras trata de infundarme valor inútilmente con palabras de cariño (como cada mes).




He vuelto a despertar en esta habitación, no sé cuantos días han pasado desde la última vez, gracias a este cuaderno entiendo que se debe a los efectos de la lobotomía. Me siento vacía, cansada, mareada y confortablemente insensible. Sin embargo, estoy intraquila. Vaticino la tempestad tremendamente cerca, yo... creo que me acuerdo de la primera letra de su nombre.

Por favor, dime que no eres el paciente de la celda 2. Dime que no me recuerdas.


¿Alguien más ahí fuera se siente como yo?


Esta vez la dosis ha sido superior, mi mente está en blanco.

No consigo olvidar y esto me está enloqueciendo. ¿Me recuerdas tú?




Female.

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