martes, 22 de noviembre de 2011

Soldiers, go home.

Nos llamaron héroes, nos colmaron de alabanzas al honor y medallas en nuestra chaqueta. Jóvenes como éramos, aceptamos morir en su guerra.
Borraron lás lágrimas que nuestras madres dejaron correr por sus mejillas el día de la partida y nos pintaron de la sangre de nuestros compañeros. Dejamos de lado la carpintería, el grupo de rock y el derecho para convertirnos en asesinos con gloria y sin conciencia. Recuerdo cuando de niños Charly y yo jugábamos a los soldados en el jardín, no puedo olvidar la cara que puso cuando no erán los muñecos de plástico sino su cuerpo el que se derretía. Nadie nos contó jamás por qué éramos enviados a perecer a aquél lugar extraño, solo hablaban de himnos y banderas, banderas que servían para cubrir los cadáveres de los caídos cuyos últimos himnos siempre eran aullidos. Y la cordura fue perdiendo forma para ganar mecanicidad en nuestras acciones. El rostro de los que nos esperaban en casa no era más que una máscara cansada y olvidada a causa de un odio irracional que nos suministraban con las comidas, tres veces al día. Hubo una mañana en la que al despertarme no supe discernir si seguía o no en la pesadilla. Esa misma tarde, perdí la pierna derecha y la mano izquierda. Al regresar a casa descubrí que yo me había quedado en la trinchera arrullado por el calor de la lluvia con el cuerpo de Charly ardiendo en la hoguera. Nunca hubo paz después de aquél día, ni siquiera entre las sábanas y las caricias.

Un día me fuí a luchar por mi patria y descubrí gatillo en mano que había sido ella quien nos había declarado la guerra. Perdimos. Una vida entera por un ataud lleno de barras y estrellas.


Yo no sé nada sobre la batalla pero sí sobre Historia. Los que morían en Vietnam ahora mueren en... escoge el lugar y acertarás.

Female.

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