viernes, 4 de noviembre de 2011

Para Mimí, Lulú y tú.

Necesito exorcizar mis demonios. Carne blanca y virginal hundiéndose bajo mis nudillos para fundirse en morados de mi azul y tu rojo. Destrucción de tu epidermis que se convierte en suciedad bajo mis uñas. Sentir que mis golpes acaban contigo y conmigo a su vez. Y tu sudor, de puro pánico, pintará lágrimas en mis mejillas enrojecidas a causa del esfuerzo y la ira. Entonces llega el cúlmen: Lo siento todo descender a través de mi espina dorsal hasta el epicentro de mi cuerpo: "Nuestra educación es la castración de la inteligencia"- una estocada certera en tu lóbulo occipital; "La gente sale a las calles y chilla dentro de mi torrente sanguíneo" - jadeas mientras mi brazo se retira de tu estómago; "La pasividad es la respuesta de la cobardía" - susurro en tu oído segundos después de arrancar un pedazo de cartílago de tu oreja... La danza se hace infinita. Me zambullo una y otra vez en la encarnizada lucha por arrastrarme contigo a la tumba. Regálame tus estertores de muerte y asegúrame que te la llevarás al infierno de la mano. Prométeme que no habrá resurrección. Sigo noqueando cada intento de tu patética defensa por esquivar el hachazo final. Una pequeña sonrisa compasiva aflora en las comisuras de mis labios maltrechos de masticarse a sí mismos. Voy a verte morir, escucharé tu hálito vital escaparse entre tus dientes y me sabré la artífice de todo el dolor que te corroe. Me siento bien. Las carcajadas hacen disminuir el sonido de tus huesos crujiendo bajo mi pie. Todo está por reducirse a la nada. Desvastadoramente hermoso, sucio y cálido, primigenio y salvaje, termino mi obra de arte. Los músculos entumecidos y tanta adrenalina que una borrachera de victoria me domina hasta hacerme llegar al orgasmo. Soy grande y fuerte, tu miedo me alimenta, tu sangre me revitaliza, tu muerte me llena. Cuando creo que nada podría mejorar mi éxtasis particular, me suplicas, pero no clemencia o perdón sino pasión, amor. Eso es exactamente lo que ruegas arrodillado entre tus propias vísceras: dices que me quieres. Una eyaculación mental sacude mi cuerpo con violencia vaciándome y, a su vez, cargándome de espacio en blanco. Te tomo entre los brazos y te musito dulcemente: aquí yace lo que has perdido. Veo entonces mi propio rostro pálido, desfigurado a causa de tanta violencia y sonrío de manera triunfal. Se han ido. Ya no están. Tú amaneces en la cama y yo deseo oírte gritar, de placer. Despierta, joder, despierta y ponte en guardia.




Female.

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