lunes, 11 de abril de 2011

Descanso de estudio.

Caen a cientos pesarosos astros del firmamento y asedian las carreteras provocando la hecatombe sobre mi montón de papeles. Mi cabeza ha vuelto a alejarse flotando sobre mi cuerpo como un globo de helio. Soy una niña pequeña que salta inútil y desesperadamente para tratar de alcanzar el caprichoso globo que muy por encima de su estatura se aleja sin remedio en la inmensidad del cielo. No salto porque me guste o lo añore sino porque temo que explote. Creo que soy mentalmente divergente, las líneas de mi mente nunca han seguido una recta ni convergen jamás en ningún punto que les otorgue sentido. Mi cerebro gira en espiral. Mi capacidad de concentración es un ratoncito esquivo que se escapa juguetón de mis garras felinas, prefiero jugar con ovillos de lana que cumplir mi función. No es victimismo es realidad. Ahora mismo el rotulador fluorescente amarillo reseco sobre la mesa atestada de cuadernos, libros y distracciones me recuerda que vuelvo a estar desobedeciendo a mis obligaciones. Casi me siento culpable. Soy culpable. Las sentencias sobre uno mismo alivian cuando necesitamos eludir la responsabilidad. Soy una cobarde (volvemos al ataque) En el fondo la cosa es bastante lógica si nos paramos a pensar el dilema que supone estudiar dentro de un sistema educativo en el que no crees para prepararte a ingresar en un sistema socio-económico que repudias; las cosas solo pueden cambiarse desde dentro, según dicen, así que si algún día aspiras a modificar la situación actual ahora mismo deberás pasar por el aro. Bonita incoherencia. Esto no es una diatriba contra la educación porque me falta tiempo (aunque no ganas) e información (aunque no conocimiento) Una alarma me trae de vuelta a la realidad cotidiana y me despierta de la ensoñación que me tiene atrapada y libre en el espacio infinito entre mis párpados y mis ojos. Se acabó el tiempo de descanso y regocijo psicológico. Vuelta al estudio, a la rutina. Porque, a fin de cuentas no servirá de disculpa ante ningún profesor estar triste, confusa o cansada de hacer lo que se espera en contra de lo que deseo, tampoco servirá argumentar que has preferido leer poesía, pasear por la playa o disfrutar del buen tiempo. A nadie le importa la revolución o el asedio que estén sufriendo tu cabeza o tus sentimientos. Cosas de adolescentes. Soy adolescente. Lo único que se nos pide es que nos convirtamos en zombies anestesiados con la primaria función de memorizar datos y reproducirlos, no es necesaria su comprensión o someterlos a juicio crítico alguno. A fin de cuentas lo importante es aprobar que no aprender. Sí, quejas estudiantiles en temporada de exámenes. Ya sé que no vas a tomarme en serio. Prejúzgame. Desperdíciame. Todos iguales.

Female.

1 comentario:

  1. Me gusta tu blog, te sigo.
    Pásate por el mio si gustas :
    http://yoliexpression.blogspot.com/

    ResponderEliminar