miércoles, 15 de septiembre de 2010

Prostitut poem.

He conocido a una mujer. No tengo la más mínima idea de cómo se llama, sin embargo, tengo muy claro que no puede ser medida en años. Yo la llamé Gia y aún la llamo así, sin más, porque me gusta ese nombre. Gia es guapa, todos dicen que no pero es realmente preciosa, ella tiene una cara fascinante y un cuerpo muy bonito. Cuando la ví llevaba puesto un vestido corto y ajustado, palabra de honor, medias oscuras y pulcras y zapatos de tacón, llevaba mucho maquillaje. Estaba sola, sentada en una mesa, bebía y fumaba cigarrillos largos. No sé por qué me decidí a entrar en aquel bar pero lo hice y, como cualquiera podría adivinar, la ví. Me senté en la barra. Todo estaba oscuro. En aquel tugurio viejo había unas 6 mujeres y unos 8 hombres, sin contarnos a Gia ni a mí. Pedí vodka. Me gusta el vodka sin nada más. Estuve un rato sentada, me dolían los pies y estaba cansada. No recuerdo en qué estaba pensando pero no me parecía algo que exigiera demasiada concentración. Gia se levantó de su mesa y se sentó en un taburete a mi lado. "Toma"- me dijo sonriendo y entregándome una cuartilla de papel. Lo leí, parecía un poema pero era algo más. Me gustaría reproducirlo palabra por palabra pero lo he perdido. Recuerdo lo que sentí, lo mismo que siento cuando me miro al espejo a las 3 de la madrugada. Gia estaba a mi lado, mirándome pero sin buscar ninguna reacción, tan sólo mirando. "¿Por qué me das esto? - le pregunté- es muy bonito". Gia se acercó un poco más y se puso un cigarrilo, de aquellos alargados, en los labios, no lo encendió. "Porque es tuyo"- respondió con naturalidad. No podía entender nada. Estaba confusa pero de una forma extraña me sentía bien. "¿Cómo?"- fue todo lo que pude decir. Ella me sonrió y acercó el mechero a su boca para encender el cigarro. "Estaba en mi cabeza, te ví y caí en la cuenta de que era tuyo" - afirmó mientras echaba lentamente el humo. Le devolví una sonrisa. "Ponle título"- le pedí. No me importaba demasiado, sólo quería parecer interesante ante Gia. "No tengo nada más que decir y si hubiera podido expresar todo lo que quería en una sola palabra no me habría molestado en usar tantas" - hablaba de un modo tierno que me hacía sentirme cómoda a su lado. Tiene una voz que me resulta muy sensual. Gia me fascina del todo. Su respuesta me hizo comprender que estaba mirando a los ojos de algo importante. Sus ojos son oscuros, no negros, castaños. "Me llamo Carolina . Estudio periodismo en Madrid. Tengo 21 años. Estoy aquí de vacaciones"- hablé de un modo atropellado y automático, como una cinta de radiocassete. Ella siguió fumando. Me miró directamente a los ojos y bebió un sorbo de mi bebida, sin preguntar. "¿Y tú?" - concluí. Gia no apartó sus ojos de los míos, me estremecí un poco. Olía bien, femenina y sexual. "Yo soy, de momento" - susurró sin dejar de fumar. Posó mi vaso de vodka suavemente delante de mí. "¿En qué trabajas?" - le pregunté tan sólo por seguir escuchándola hablar. Me sentía tonta, como sin saber qué decir. Tenía miedo de que se aburriese y se fuera. "Yo no trabajo - tironeó de sus medias con una elegancia un tanto rara - Quieres saber cómo gano dinero, ¿verdad?"- me dijo dulcemente. "Sí, eso"- admití entre avergonzada y ansiosa. Ella puso su mano sobre la mía. Tenía las manos frías. Eso me reconfortó. "Me acuesto con las personas que me apetece, me gusta eso"- gesticulaba como una bailarina. "Ellos me pagan, a veces, porque supongo que entienden que el dinero es útil para subsistir" - habló como si hubiese dicho lo más obvio y lógico del mundo. "¿Eres puta?"- pregunté con franqueza. "¿Lo soy? - preguntó Gia curiosa - No lo sé, quizás sí, ¿por qué no?" - se rió. Gia me gusta mucho, tiene una vida increible. Ella es inteligente, más que nadie que haya conocido. "Me gustas, creo que eres muy guapa - aseguró- ¿Quieres que te bese?" - me preguntó acercándose mucho a mí. Apagó su cigarrillo. "Sí, me gustaría mucho" - respondí acercándome también a ella. No hay explicación para eso. No la hubo entonces ni la hay ahora. Creo que quise a Gia, ahora también la quiero. Siempre había estado con hombres. Gia me besó. Nos besamos después. Los besos de Gia son los mejores. Me excitan mucho, también el corazón y el alma. Sé que quería seguir besando a Gia sin parar. Ella se apartó. Gia es muy erótica, sus gestos, todo lo hace de esa forma. "Quiero sexo - me dijo con delicadeza mientras colocaba su pelo - Me encantaría poder acostarme contigo" - su naturalidad abrumaba. Yo también quise, siempre quiero cuando es Gia. Se lo dije. Estaba nerviosa, sonrojada, pero tenía muchas ganas. "Tengo que irme - terminó diciendo ella mientras bebía el último trago de mi vodka - Nos volveremos a ver Carolina". Se levantó del taburete. Parecía una pantera negra caminando por la selva. Eso pensé yo. Me quedé allí sentada hasta que cerró el bar. No dije nada. No pude hacerlo. Luego volví al hotel. Encontré a Gia en la puerta. Sonrió de lado, como hace siempre. Pensé en lo guapa y en lo extraña que era, casi a partes iguales. Subimos a mi habitación y nos acostamos. No me apetece contarte como fue, creo que no puedo. Aún no lo tengo del todo claro, siempre es algo distinto cuando se trata de Gia. Así fue cómo sucedió la primera vez. Así encontré a Gia. Todavía sigue conmigo, a veces. Yo no le pago cuando estamos juntas. Hago lo mismo que con mis amigos, cuando me apetece le regalo cosas. Esto es la historia del poema de una prostituta, no la historia de Gia. Ni siquiera es mi historia, ni la historia del día en el que nos conocimos. Ella es Gia y esta es la historia de aquel poema que perdí, el más bonito que haya leído jamás. Le he pedido que vuelva a escribirlo para mí pero ella solo me mira y sonríe como si yo no entendiese algo que no me puede explicar. Ella es preciosa y lista, muy lista y me quiere mucho. Yo la quiero mucho también. Estaría bien recordar aquel poema para tí. Yo no lo necesito, es Gía. Yo a esta historia le pongo título porque no soy como Gía, me parece que resumo todo lo que me falta por decir.





Female.

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