martes, 1 de octubre de 2013

Carta a la comunidad científica.

Querida y respetada comunidad científica:

Para empezar, sentando unas bases, diré que yo me considero una persona anti-dogmática ergo anti-religiosa, pero, sin embargo, me concibo muy espiritual (entiéndase por espiritualidad: la necesidad de reflexionar sobre la conciencia de mi ser: tanto a nivel social, como neuronal, como subatómico)
Opino, sin duda alguna, que la ciencia es la herramienta más fiable (hasta la fecha) para explicar el plano físico y toda su fenomenología. Sin embargo, creo que sería peligroso ignorar que no formamos parte únicamente del plano físico. Hay, al menos, una cosa, a mis ojos importantísima, que excede la realidad física; y esa es nuestra propia conciencia, la generación del ser como conjunto de actividades neuronales, nuestra identidad co-creadora. Y esto se torna casi indiscutible en tanto que usted que me lee reconoce en sí mismo dicha auto-reflexividad, esa energía producto de las reacciones químicas y leyes físicas que se proclama auto-consciente. Dando pues esto por válido me permitirán que sugiera que esa rigidez normativa que caracteriza a la comunidad científica (poseedora socialmente del criterio de verdad), esa filía suprema hacia el hemisferio izquierdo y su racionalidad-lógica basada en metodología y evidencias; dificulta que otras vías de conocimiento sean tenidas en cuenta como válidas ¿Cómo es posible demandar el método científico a algo que explica un plano que no es el físico (competencia de las ciencias) como criterio de verdad?  Igual que sería absurdo comprender la oscuridad arrojando luz. No se trata de competir o combatir, sino de aceptar que son diferentes objetos de estudio y como tal las vías de estudio serán diferentes.
Por ello, considero que la oposición formal y metodológica que exhibe y exige la comunidad científica es, en realidad, algo que se condena precisamente desde la propia ciencia, el miedo a admitir otro plano para el que la ciencia no ha desarrollado explicación, la incertidumbre para la que la ciencia no puede poseer argumentación satisfactoria, lo desconocido "si no se explica científicamente, no es real" La ciencia es, a mi entender, uno de los trabajos que más creatividad debería exigir, ¿por qué ese férreo conservadurismo? Me emociona imaginar, por ejemplo, un grupo de investigadores meditando antes de entrar a trabajar: escuchando su mente, su conciencia, conociéndola en sus limitaciones y capacidades. La conciencia que permite la ciencia. Que la conciencia se conozca para conocer el mundo. Aprender nuestro "filtro"para comprender la realidad. No caigamos en el error de establecer como universal y objetivo aquello que responde a lo que nosotros nos preguntamos, la ciencia fue creada para explicar el mundo físico a la conciencia humana y eso la hace válida, pero no absoluta. Ofrezcamos la posibilidad de seguir creando, "pariendo" nuestra propia conciencia para seguir co-creando la realidad que explicamos ¿No suena tan absurdo, verdad? Abrir nuevas vías no desacredita las anteriores, las amplía. No pidamos entonces a la conciencia que se reduzca al lenguaje científico, no pidamos al plano "espiritual" que se justifique con el método científico, pues igual de absurdo sería juzgar la veracidad de un lenguaje extranjero de acorde a nuestra gramática. Las verdades de la conciencia, aquellas que no se manifiestan necesariamente en el plano físico o su propia generación no pueden ser descubiertas o verificadas a través de un lenguaje en el que no se comunican. La verdad no es científica, la verdad de la realidad física sí lo es.

Querida y respetada comunidad científica: no olvides que el hemisferio izquierdo es solo la mitad del cerebro, no olvides que el plano físico es solo la mitad de la realidad. No limites el conocimiento.


Female.

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