Su rostro era como un mapa de estrellas y yo dibujaba con las yemas de mis dedos las constelaciones de sus lunares, combinaciones imposibles en las que esculpía a conciencia las letras de mi nombre en el firmamento de su cara. Rayos de luz que se negaban a abandonar el contacto de su piel de nieve y herían la pulcritud de su palidez como diminutos besos dorados. Uno tras otro, desordenados en su caótica belleza, sembrando sus facciones de girasoles caprichosos. La vía láctea compuesta por pequeños soles que desaparecen y reaparecen engañando nuestras miradas, una guía estelar de cincuenta razones para enloquecer en su boca. Ella era así, tenía los ojos verdes y una cara pecosa.
Female.
martes, 11 de enero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario